La directora de Fundación Obra Mercedaria, Núria Ortín, habla de los 8 siglos de labor con los presos

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Nuria Ortín conoció a los mercedarios gracias al Padre Fermín Delgado, actual rector de la Basílica de la Merced de Barcelona. Entonces él estaba en el Hogar Mercedario y le llevó con Mónica Padrol, una amiga común, a conocer al Provincial, José Juan Galve, a la curia de Barcelona. Llevaba más de 20 años trabajando en Radio Estel y necesitaba un cambio profesional.

La Obra Social Mercedaria gira en torno al apostolado con los presos, fieles a su carisma fundacional…

Exacto. Los mercedarios realizan una tarea de “estar” en las cárceles tanto para dar apoyo espiritual y religioso como para ayudar a quién lo necesite, escuchando, apoyando… siempre lo hacen acompañando a la persona sin juzgar.

Háblenos de la importancia de vivir hoy esta obra de misericordia de visitar a los presos…

Si queremos conseguir un mundo más justo, donde las personas más débiles, maltratadas, tengan derecho a una vida en plenitud, no los podemos dejar al margen ni consentir que sigan siendo los rechazados de la sociedad. Como leemos en el evangelio de Marcos, “no necesitan médico los sanos sino los enfermos”.

Aunque no se trata sólo de visitar presos, sino de prevenir que caigan en prisión y acompañar en su proceso de integración después…

Sí, desde la Fundación Obra Mercedaria trabajamos de forma integral, teniendo en cuenta tanto la prevención del delito “el antes” a través de escuelas, catequesis, charlas formativas…, el acompañamiento en los centros penitenciarios “el durante” y la inserción social “el después” a través de pisos de acogida.

Podemos afirmar que las personas privadas de libertad ocupan el último eslabón de la cadena de exclusión. Pero también es vital acompañarlas para que pasen de la exclusión a la inclusión. Y con nuestro granito de arena, contribuimos a que algunas personas recuperen su vida después de salir de prisión.

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Se busca ante todo la formación integral de la persona.

Es importante que acompañemos a este colectivo en todo su proceso personal. Normalmente son personas con muchos traumas, carencias familiares, que provienen de entornos pobres y marginales, donde han crecido en ambientes de drogas, violencia y prostitución… cuando salen de la prisión, que tengan a profesionales cuidando de ellos y encaminen para tener un futuro mejor, es primordial.

Y qué cada persona recupere su dignidad y autoestima para estar más receptiva al don de la fe…

Eso se puede conseguir a través de este trabajo que realizamos de acompañamiento. Vienen del mundo de la cárcel, donde pasan de ser un número a una persona en toda su dimensión. A veces simplemente con un abrazo o una conversación mientras se toman un té o dando un paseo, podemos empezar a ver resultados. Nosotros apostamos por las segundas oportunidades, creemos que cada individuo tiene su potencial y tenemos que ayudarles a que encuentren su camino para una inserción total.

¿A cuántas personas dan ayuda actualmente en Barcelona?

En Barcelona tenemos 3 recursos que van de la mano, 2 residenciales y uno educativo. El Hogar Mercedario, donde viven 3 religiosos y atienden a personas de permisos y condicionales cuenta con 9 plazas y pasan por el piso unas 100 personas al año. La Llar la Mercè, una casa de acogida para personas que ya han salido definitivamente de la cárcel y ya han pagado su condena, con 18 plazas y atendiendo a unos 50 libertos al año y el Punto de Atención (PAO) donde se dibujan los itinerarios personales, se realizan talleres grupales, un programa de autoestima y valores, damos servicio gratuito jurídico, orientación laboral, plan de administración y ahorro, atendemos a las familias, tenemos un ropero y el banco de alimentos.

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¿Cómo se puede colaborar con ustedes?

Haciéndose “Amigo de la Merced”, que son socios que colaboran con una aportación mensual o anual para ayudar a los diferentes proyectos que realizamos en la Fundación.

En Obra Mercedaria también tenemos padrinos en nuestras comunidades más necesitadas (Mozambique, Venezuela, el Salvador, Guatemala y Panamá). Ser padrino es otra manera de ayudar.

¿Qué es lo que ha aportado a su vida esta labor?

He tenido la oportunidad de conocer la Merced de cerca y me ha gustado ver que los mercedarios son personas bondadosas, cercanas, modestas y comprometidos cien por cien con su carisma. Con su ejemplo me han enseñado que nuestro trabajo es el de “arremangarse y pisar el fango” para ayudar a salir de él.

Por Javier Navascués

Entrevista de InfoCatólica a Núria Ortín

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