Capítulo 2: Titiana, un embarazo en prisión

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Después de pasar cinco años entre las prisiones de WadRas y Brians, falta poco para que Titiana sea libre. Ha vivido su segundo embarazo entre rejas y ahora sólo piensa en aprovechar la oportunidad de vivir tranquila con su familia. En el segundo capítulo de «Temps Mort«, la interna explica cómo la captaron en una red de tráfico de seres humanos y explotación sexual que la llevó de Rumania hasta Cataluña y que desembocó en una condena que le atravesó la vida. Una verdadera pesadilla que está a punto de terminar.

[Artículo de Temps Morts]

La explotación sexual genera 3.000 millones de euros de beneficios anuales en Europa

Como quien habla de una telaraña, la Titiana explica cómo fue de fácil entrar en un piso en Barcelona acogida por unos conocidos y, al mismo tiempo, que difícil se convirtió salir cuando la obligaron a prostituirse. El segundo podcast de «Temps mort» recoge el testimonio de alguien que cumple con los tres factores más habituales para ser víctima del tráfico de personas y la explotación sexual en Europa: mujer, migrante y víctima de la violencia machista. Además del drama que viven, en caso de que logren escapar, también sufren las deficiencias de un sistema judicial que, según el informe de la Federación de Mujeres Progresistas de España, las somete a un proceso traumatizante con una clara falta de atención integral y especializada donde corren el riesgo de acabar en el calabozo en vez de socorridas. Una de estas mujeres es la Titiana, que ha pasado cinco años entre las prisiones catalanas de Wad-Ras y Brians.

«Quiero hablar de mi historia para que ninguna otra mujer pase por el mismo.«

Durante la entrevista, explica que la engañaron en Rumanía con falsas promesas de unos estudios en Cataluña y que, más tarde, la metieron en una habitación, la forzaron a recibir hombres por dinero y la agredieron física y psicológicamente.

«Em van pagar el transport i em van portar a un pis on la meva vida es va paralitzar.»

El relato continúa con la fuga, momento en que los mismos abusadores la acusaron de prostituir a una menor, y mientras ellos continúan en la calle, ella ha pasado una temporada entre rejas. La versión de la protagonista del segundo capítulo de «Temps mort» tiene muchos puntos en común con la de otras víctimas de la explotación sexual, un sector que la Organización Internacional del Trabajo calcula que afecta a más de 3,8 millones de personas y las Naciones Unidas estiman que, sólo en Europa, genera más de 3.000 millones de euros cada año. Una verdadera máquina de hacer dinero con el cuerpo y la vida de los demás.

¿Cómo lo hacen?

La gasolina de este engranaje son las desigualdades entre los territorios del norte global y el sur, que empujan a la gente a buscarse la vida más allá de sus fronteras sean cuales sean las condiciones del viaje. En la migración, se añaden las violencias machistas presentes en cualquier país. Como en el caso de la Titiana, la mayoría de las víctimas son mujeres captadas por conocidos en entornos humildes donde el futuro se prevé complicado.

«Me quitaron el móvil y me quemaron porque nunca olvidara su nombre.«

El «modus operandi« de las organizaciones criminales suele comenzar con un secuestro con mentiras. Después, les roban la documentación, rompen sus vías de comunicación con la familia, las meten en un piso y las controlan y atemorizan que hagan lo que ordenan.

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Mujer embarazada en la cárcel, de la ilustradora Bárbara Sansó, hecha por el programa «Tiempo muerto» de Cataluña Radio (CCMA)

El miedo y el silencio son cómplices

En Cataluña, el Ministerio del Interior ha contabilizado 34 víctimas de la trata de seres humanos en 2017. Para demostrar que han sido obligadas a mantener relaciones con hombres por dinero, la policía pide una declaración explícita de la mujer o pruebas que evidencien su inocencia. A pesar de que ofrecen la posibilidad de ser un testigo protegido, el miedo juega un papel capital en la investigación.

«Declaré con ellos detrás. Como tenía que decir toda la verdad?«

Es lo que pregunta aún la Titiana después de cinco años. Compartió banco con las personas que la engañaron, por eso dice que no se atrevió a decir a nadie lo que le pasaba. La sinceridad es un elemento difícil de conseguir cuando alguien está bajo amenazas, ha contraído una deuda económica con sus captores o no ve ninguna alternativa para sobrevivir en un país extranjero. Llegados a este punto, la ONU recuerda que es obligación de los estados identificar a las víctimas y garantizar los derechos, en vez de esperar que ellas mismas señalen las personas que las han explotado.

Después de la condena

La Titiana está a punto de abandonar la cárcel y la gente que acusa de haberle destrozado la vida todavía la contacta a través de las redes sociales.
«Siguen llamándome y no sé cómo actuar.«
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