«Temps Mort» -Jóvenes- Capítulo 2: Dayana: «No pensaba que me pasaría a mí»

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Dayana Rivera tenía 19 años cuando decidió transportar una maleta llena de droga del Perú a Barcelona. Había visto como otros lo habían hecho y pensó que ella también lo conseguiría. No llegó a salir del aeropuerto. La policía le confiscó el doble de la cocaína que creía que llevaba. Directamente a la prisión. Era joven, estaba sola en otro continente y embarazada de ocho meses. Solo había conseguido uno de sus objetivos: alejar su hija de la pareja que la maltrataba en casa. Una situación socioeconómica complicada y la violencia machista son dos de los motivos que llevan muchas mujeres a cometer delitos para sobrevivir.

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(Artículo de Temps Mort)

 

Una fuga adelante: transportar droga para sobrevivir a la violencia machista

 

Más del 60% de las mujeres encarceladas en Cataluña son supervivientes de la violencia de género y la mayoría cumplen condena por tráfico de estupefacientes

 

«Pensaba que, si otra persona lo había hecho, yo también lo conseguiría». Dayana Rivera hace memoria del momento en que descubrió que una conocida viajaba a Barcelona con una maleta llena de droga y volvía con un buen puñado de dinero.

Desde la sala de vis-a-vis del Centro Penitenciario de Mujeres de Barcelona, recuerda que le pareció fácil. «Llevarlo, cobrar y volver«, dice. No llegó a salir del aeropuerto. La policía le registró el equipaje y la detuvo. Con 19 años, la vida se le paralizó.

Estaba en el calabozo, sola, en otro continente y embarazada de ocho meses. Cinco días después, empezaron las contracciones. Solo había logrado uno de sus objetivos: alejarse de la pareja que la maltrataba y parir su hija bien lejos de las agresiones.

El psicólogo David Elkind definió en los años 60 las principales características de la adolescencia y la juventud, entre las cuales hay el exceso de confianza. La seguridad que no necesitas nadie más y que aquello malo que le ha pasado a otro no te pasará nunca a ti.

La protagonista de «Temps mort», el pòdcast dedicado al impacto del encarcelamiento en gente joven, creyó que podría transportar una maleta con cocaína del Perú a Barcelona. Las agresiones, una situación económica precaria y la voluntad de no ser una carga por los padres la acabaron de convencer.

A pesar de que los narcotraficantes para quienes hacía el trabajo le habían dicho que había un 50% de posibilidades que saliera mal, ella estaba segura que no la pillarían, que la familia no se enteraría e, incluso, que podría parir al bebé sin ningún apoyo: «no quería contactar con nadie, pero, cuando vi que no tenía nada para vestir la niña, pensé que necesitaba ayuda».

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Las primeras veces

Sobrevivir a una paliza en medio de la calle cuando estaba embarazada de siete meses fue el detonante para que decidiera arriesgarme a hacer el viaje. «Quería asegurarle el futuro a mi hija», expresa.

En la mayoría de los casos, la violencia en el ámbito de la pareja aparece de forma gradual. Antes de los golpes, han entrado en escena los celos, el control, el chantaje o el aislamiento. Rivera admite que no tenía muchas amistades: «las perdí por la relación que tenía, se cansaron de ver que volvía con él y no creían en mí».

Según especialistas como el psicólogo Erik Erikson, la adolescencia es una etapa en la cual se define la identidad de una persona. De los 12 a los 20 años es una época de dudas, miedos y confusiones que determinará cómo será cada cual en la adultez. Es un momento donde las relaciones sexoafectivas son clave para el bienestar mental y socioemocional, y donde las primeras experiencias marcarán las que vendrán después.

En el caso de Rivera, la violencia machista dinamitó cualquier opción de relación sana. «Mi miedo era volver con él», reconoce.

La perspectiva de género entre muros

Desde la prisión, y con la ayuda de acompañamiento psicológico, trabaja para desmontar el machismo adquirido y para construir una relación igualitaria con la pareja actual.

El Departamento de Justicia estima que seis de cada diez mujeres encarceladas en Cataluña han sufrido violencia de género. El perfil habitual de una interna es el de una chica de unos 38 años, condenada por robo o tráfico de drogas y con una situación económica muy vulnerable.

Desde el 2009, el mismo organismo instauró la figura del referente de género en todos los centros penitenciarios con presencia de mujeres y, a partir del 2018, se lleva a cabo un programa de tratamiento con visión de género. El objetivo es el empoderamiento de las internas y prepararlas para el retorno en la vida en libertad.

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Un equipo multidisciplinario potencia la autoestima y la seguridad, proporciona herramientas para la maternidad y ofrece información para lograr conductas sexuales y sanitarias responsables. Hablan de temas como los roles de género, la presión social, el patriarcado, el mito del amor romántico o los micromachismos.

En paralelo, se hacen programas de sensibilización en los centros con hombres. Empoderar las mujeres es esencial para conseguir relaciones igualitarias, pero la educación en el respeto y la erradicación de conductas machistas en los hombres es vital.

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A Dayana Rivera le queda un largo camino para recorrer, pero mira hacia delante. Asegura que se arrepiente de transportar drogas. No se muestra orgullosa de la decisión que tomó y se lo explicará a su hija cuando se haga grande. «Le daría confianza para que no dude a comentarme cualquier cosa y no cometa los mismos errores que yo«. Tampoco quiere que pase por el mismo infierno que ella, así que trabaja para evitarlo: «no querría repetir la historia».

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