¿Cómo se sobrevive a más de 40 años en régimen de aislamiento?

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Albert Woodfox ha pasado los últimos 40 años recluido en régimen de aislamiento en la diminuta celda de una cárcel de EE. UU.

Es la historia de Albert Woodfox, un hombre que se ha pasado más de la mitad de su vida entre rejas y aislado de los demás presos porque le acusaron en 1972 de matar a un funcionario de prisiones cuando estaba cumpliendo pena por un atraco a mano armado. Este error judicial ha servido para que este ex reo tenga el récord de cumplir en aislamiento la mayor condena en Estados Unidos: 43 años en la penitenciaria de Luisiana.

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Woodfox salió de prisión en febrero de 2016, pero su estancia en la cárcel fue funesta, ya que vivía 23 horas al día dentro de una celda de menos de dos por tres metros. La ONU y Amnsitía Internacional calificaron su caso como “tortura”. “Cuando me pusieron en aislamiento por primera vez, no tenía acceso a nada. Libros, revistas, tele, radio… Nada”, afirmaba el ex «pantera negra» en una entrevista realizada durante el pasado mes de marzo de 2019.

Él y otros dos jóvenes negros, Robert y Herman, llegaron a ser conocidos con este nombre después de que se rebelaran contra el despiadado régimen racista de la prisión a principios de la década de 1970 y entre los tres terminaron pasando más de 100 años en régimen de aislamiento, una cifra récord.

Sobrevivir al aislamiento

«Estar politizado me dio fortaleza, un sentido del propósito y el coraje de mis convicciones. Yo estaba en prisión, pero la prisión no estaba en mí. No tengo palabras para hablar de los años de tortura mental, emocional y física que he soportado”.

El régimen de aislamiento significa estar completamente solo unas 23 horas al día, encerrado en una habitación no más grande que una plaza de aparcamiento. “La ausencia de interacción social es increíblemente perjudicial”, explica Tessa Murphy, responsable de campañas sobre Estados Unidos de Amnistía, que trabaja en el caso de los Tres de Angola desde 2006. “Experimentas cosas como insomnio, alucinaciones, pensamientos intrusivos y paranoia severa. Las tasas de suicidio son desproporcionadamente superiores entre las personas recluidas en aislamiento. Después de apenas unas semanas, los ojos pierden la capacidad de adaptarse para ver de lejos”.

A pesar de que la ONU lo califica de forma de tortura, el régimen de aislamiento —o Restricción en Celda Cerrada, en la jerga carcelaria de Luisiana— sigue empleándose de forma generalizada en Estados Unidos. Robert, condenado por un robo que siempre negó haber cometido, cree que su recién adquirida conciencia política dio a los tres la fuerza mental necesaria para sobrevivir a la crueldad y la degradación. “Cuando me pusieron en régimen de aislamiento, ya consideraba que Estados Unidos era una gran cárcel. Me vi arrancado de una situación de custodia mínima en la sociedad a una de máxima seguridad en prisión. Creo que Herman y Albert sentían lo mismo, que estuvieras donde estuvieras, tenías que seguir luchando. Era un sistema que había que combatir. concluye Albert”.

 

 

 

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