La Secretaría General de Instituciones Penitenciaras ha puesto en marcha un programa para prevenir las sobredosis de drogas entre los internos y ha decidido intensificar las medidas de seguridad para evitar que las sustancias estupefacientes entren en las cárceles.

La suspensión de las comunicaciones especiales y de los permisos de los internos ha provocado que durante la fase de contención de la pandemia del coronavirus los presos hayan tenido un menor acceso al consumo de drogas provenientes del exterior, informa Instituciones Penitenciarias. Con ello se ha corroborado que las principales vías de entrada de sustancias prohibidas en las prisiones son las comunicaciones, los paquetes, los internos con puestos de trabajo que tienen contacto directo con personas del exterior y los permisos de salida.

Asimismo se ha constatado que la ausencia de droga repercute positivamente en un clima de convivencia óptimo, reduciéndose el número de incidentes y desapareciendo los fallecimientos por sobredosis. Sin embargo, este periodo sin consumir implica una probable pérdida de tolerancia y un mayor riesgo de sufrir sobredosis si se recae en el consumo. Por ello la Subdirección General de Sanidad ha puesto en marcha una campaña a través de pegatinas, carteles y dípticos en los que se informa a los internos de los riesgos que supone haber perdido esa tolerancia y apelar a su responsabilidad individual.

Comisiones multidisciplinares

Además, se reforzará la vigilancia ante posibles casos de recaída en los presos que han empezado el consumo de metadona o en los pacientes que tienen prescritos varios fármacos. Para ello, los equipos técnicos de las presiones crearán comisiones multidisciplinares en las que se planifiquen y organicen actividades de carácter deportivo e intervenciones terapéuticas específicas en prevención de recaídas. Se trabajará también sobre estados de ansiedad y estrés y con talleres sobre la COVID-19.

En cuanto a las medidas de seguridad, se intensificará el control de internos que ocupan destinos o puestos de trabajo donde hay posibilidad de relacionarse con personas del exterior, de tal manera que se evite la coincidencia y, cuando no sea posible, que estén permanentemente supervisados. También se llevará a cabo un control exhaustivo en la paquetería y se potenciará los controles de drogas a través de las unidades caninas propias o de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. De cara a la salidas, se intensificará el desarrollo del programa de preparación de permisos, así como las condiciones de control durante su estancia fuera de la prisión.

Además, se persistirá en las campañas de concienciación para que familias, amigos e internos sean conscientes del daño que produce la droga, así como en la necesaria implicación de todos los profesionales de las cárceles en su lucha.