J.A Saiz Meneses: «Hoy existen muchas cadenas y ataduras que requieren liberación»

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El obispo de Terrassa, José Ángel Saiz Meneses, que también ejerce de obispo responsable de la Pastoral Penitenciaria de la Conferencia Episcopal Española, es una de las voces más autorizadas del mundo de la cárcel y una figura con gran conocimiento de las prisiones españolas.

Aprovechando su visita al Monasterio del Olivar, el obispo ha atendido a la Fundación y nos ha explicado cómo debemos afrontar y enfocar a nivel moral y ético el mundo de la cárcel.

 

Claustro del Monasterio del Olivar

 

[Fundación Obra Mercedaria] Decía el Papa Francisco durante uno de sus viajes pastorales que “la misericordia del Señor abraza a todos y en todos los rincones de la tierra. No hay espacio donde su misericordia no pueda llegar, no hay espacio ni persona a la que no pueda tocar”.

[J. A Sáiz Meneses] El examen final de nuestra vida será sobre las obras de misericordia. En el capítulo 25 de San Mateo, en la palabra del juicio final, lo expresa con claridad y contundencia: “lo que hagáis con cada uno de vuestros pequeños hermanos, me lo hacéis a mí”.

En la Pastoral Penitenciaria nosotros entramos en relación con el hermano o la hermana que ha perdido su libertad y en los que nosotros vemos a un hijo de Dios, vemos a un hermano al que hay que acoger, al que hay que educar, hay que promover y al que hay que acompañar.

¿Como se puede hacer llegar este mensaje a la gente?,  ¿Cómo se puede transmitir esa idea de las segundas oportunidades, del volver a empezar?

No hay más que acudir al evangelio a través de la parábola de la oveja perdida o la del hijo pródigo. Son las parábolas de la misericordia. El mensaje de Jesús es de perdón, de acogida, de dar una nueva oportunidad a las personas.

Todos a lo largo de la vida podemos equivocarnos, por eso lo que hemos de procurar es ayudar a rehacer sus vidas confiando mucho en la fuerza de la misericordia de Dios, confiando mucho en la capacidad del ser humano que en su ser más profundo está creado a imagen y semejanza de Dios.  Hemos de saber descubrir también ese fondo bueno capaz de rehacerse y capaz de volver a orientar su vida.

Usted siempre hace referencia a “aplicar una mirada teológica”.

Nosotros desde la Pastoral Penitenciaria lo que hacemos es siempre intentar aplicar una mirada teológica, es decir, la mirada de Dios, que ama, que espera, que perdona, que ayuda, que alienta, que da la mano, que levanta, que empuja para empezar de nuevo.

El padre, la madre, el niño, la niña, el catequista o la catequista, los miembros de la familia de la Pastoral Penitenciaria antes los internos o internas, todos debemos tener una mirada teológica desde la fe, no pensando si esta persona ha delinquido de una manera o de otra o se ha equivocado, sino sobre todo, sin negar lo que es la realidad, la realidad más profunda: esa persona es un hijo de Dios. Dios lo ama y Dios da nueva oportunidad. Debemos procurar ser esos ojos, que miran con la mirada de Jesús, padre amoroso, esa boca que dice unas palabras de esperanza, esas manos, esos brazos, que ayudan a levantarse y que ayudan a las personas a rehacer su vida. Con toda la complejidad, con toda la dificultad, pero siempre desde la esperanza.

 

El obispo de Terrassa junto con nuestro provincial, José Juan Galve, y parte del equipo de la Fundación

 

El compromiso pastoral de la Iglesia en España en la cárcel tiene tres grandes vertientes: la religiosa, la social y la jurídica. ¿Piensa que las leyes deberían estar más enfocadas a la reinserción y no tanto en el castigo?

Ciertamente las leyes están para cumplirse, pero debemos buscar una aplicación más humana, una aplicación que en cada momento, en cada caso, tenga también la flexibilidad que se permita dentro del sistema jurídico. Socialmente podemos hacer mucha pedagogía, porque las personas son responsables de sus hechos, eso no lo podemos negar, pero también muchas veces los entornos pueden favorecer el camino del bien o favorecer el camino extraviado, por lo tanto, la sociedad tiene también una responsabilidad en cuanto a la acogida, el acompañamiento, a ofrecer el marco propicio para que las personas crezcan y se desarrollen con todas sus potencialidades.

¿La Pastoral Penitenciaria tiene mucho recorrido de mejora?

La Pastoral Penitenciaria en España siempre tendrá puntos de mejora. El curso pasado, el padre mercedario Florencio Roselló y servidor, estuvimos en Estrasburgo en un congreso, a nivel de toda Europa, para tratar un tema muy concreto en las prisiones.

Allí tuvimos la oportunidad de explicar cómo está planteada la Pastoral Penitenciaria en España, y realmente es ejemplar. En muchos lugares de Latinoamérica están siguiendo el modelo y en muchos lugares de Europa también empiezan a interesarse porque el planteamiento es muy completo, es profundo y hay un antes, un durante y un después. No es una cuestión de capellanes que como francotiradores entran en las prisiones, no, es la pastoral de la Iglesia, es cumplir el mandato misionero y predicar el evangelio.

Al final es mandar un mensaje de esperanza, humanizar el mundo de la cárcel.

Yo he aprendido en estos años que acompaño a la Pastoral Penitenciaria que los centros penitenciarios son las periferias de las periferias. Allá hemos de ir nosotros, el mensaje del evangelio, la esperanza de esa buena nueva, la luz de Cristo.

Y si es una periferia existencial, pues nosotros debemos llevar allí el centro que es Cristo, que cambie todas las cosas.  Sus circunstancias materiales no cambiarán, ya que seguirán internos, pero sí que hay unas cadenas que se rompen, espirituales, interiores, que son todavía más importantes.

 

Foto en familia del obispo de Terrassa y los sacerdotes mercedarios

 

Cada vez más países copian y exportan el modelo. Desde la Fundación hemos recibido gente de muchos países que nos han pedido pasar un tiempo con nosotros para aprender el funcionamiento.  

Yo creo que en España la Pastoral Penitenciaria está muy bien planteada a través de los padres mercedarios, que han trabajado muy bien y siguen trabajando muy bien y nos ayudan en su carisma, el carisma de San Pedro Nolasco, el carisma de la Orden Mercedaria. Yo creo que se está haciendo un gran trabajo en un ámbito pastoral muy complejo, muy difícil, pero en el que no falta la esperanza, incluso yo diría la alegría.

Se está haciendo muy bien, y es admirable, porque hay que reconocer que requiere grandes dosis de paciencia, de fortaleza, buen humor y alegría. Yo tengo una experiencia muy buena también, más pequeña como obispo que acompaña, y como obispo diocesano de Terrassa. La experiencia en prisión es preciosa y allí se percibe que, a pesar de la difícil situación, el amor de Dios está presente,  es una luz de esperanza.

Destacaba la labor de la Orden de La Merced.

Yo aprecio mucho la Orden de la Merced porque nació en Barcelona. La Virgen de la Merced es la patrona de la ciudad, y es la patrona de la provincia eclesiástica, de la archidiócesis de Barcelona y las diócesis de Sant Feliu y Terrassa.

Es un carisma muy evangélico, muy profundo, muy humano, muy divino y muy actual porque nace en el siglo XIII en un momento concreto, ante unas necesidades concretas. Es un carisma del Señor, del Espíritu Santo, un don de la Iglesia a través de la inspiración de la virgen María Liberadora de Cautivos que se concede a una persona concreta, San Pedro Nolasco y al grupo que la acompaña. En aquel momento dando respuesta a una necesidad y a un tema muy importante, pero que mantiene toda su actualidad, porque quizás hoy existen otras formas de esclavitudes, pero sin duda hay muchas cadenas y ataduras que requieren liberación.

La Orden Mercedaria, en ese sentido, se va adaptando a cada momento de la historia manteniendo la sustancia del carisma original aplicándolo a cada circunstancia concreta.

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